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Los habitantes de Aller vieron entrar a los romanos por la vía Carisa, pero no les resultó extraño porque su cultura siempre ha sido la de territorio limítrofe, vasto territorio limítrofe que ha vivido durante siglos de la agricultura y el pastoreo, y que ha visto como sus montes y bosques eran un paraíso para la caza.
En la Edad Moderna, la revolución llegó de la mano del carbón que circunda las entrañas alleranas, y hoy Aller es tierra de berrea – fenómeno referido al período de celo de los venados que emiten fuertes sonidos para conquistar a las hembras -, referencia del ciclismo internacional con puertos míticos en la historia de la Vuelta a España como el de Coto Bello y meca de los amantes del deportes blanco en la estación de esquí Fuentes de Invierno, una de las más bellas del norte de España.
Uno de los territorios emblemáticos de la Montaña Central asturiana desde siempre, Aller tiene decenas de rutas para hacer a pie, en bici – como el Anillo Ciclista -, a caballo…o en coche, decenas de pequeños rincones donde se descubre un valle, un río, una montaña, una vista panorámica, una ermita, un castillete de mina, una casa de comida tradicional o una antigua vía romana.